Hace escasos días nos veíamos sorprendidos con la noticia
de la dimisión de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Procuradores.
Las estrechas relaciones que mantienen Abogados y Procuradores y los respectivos
Colegios, nos ha llevado a ofrecer nuestro Boletín a la Junta dimisionaria
para exponer lo ocurrido para conocimiento de todos los Abogados. Reproducimos
el texto remitido, tal como lo hemos recibido. Aprovechamos para dejar
constancia de nuestra consideración hacia todos los compañeros
Procuradores, ofrecer nuestra colaboración a la nueva Junta que
elegirán el próximo día 15 en Junta General Extraordinaria
convocada al efecto y para la que hemos cedido gustosos nuestro Salón
de Actos.
La larga travesía iniciada hace más de seis años, al asumir con entusiasmo y ganas de trabajo el Decanato del Colegio de Procuradores, tenía como impulsor fundamental el deseo de modernizar tanto la estructura orgánica y funcional del colectivo formado por más de doscientos profesionales, como su propia función dentro del engranaje de la Administración de Justicia, hasta entonces prácticamente suplicadores de reconocimiento a una labor ingrata y nunca apreciada, forjada en la incomprensión, destinada a mediar entre unos y otros, obligada a soportar críticas y pleitos. En el camino, muchas metas conseguidas para beneficio de todos los que litigan en súplica de la acción beneficiosa de la Ley. La última, quizás la más importante de cara al futuro que ya nos aborda, la implementación de un sistema telemático para la transmisión de notificaciones y escritos entre los Juzgados y los Procuradores de los Tribunales, supone de un lado el mayor avance para la agilización y comunicación entre el ciudadano y la propia Administración, por cuanto de su inmediatez y de su seguridad proviene su eficacia. De otro lado, el carácter de pionero en el mundo jurídico español y europeo dota a este sistema de una responsabilidad que únicamente el Colegio de Procuradores de Zaragoza ha sabido asumir, arriesgando en la concepción y práctica de un programa informático en que solamente la audacia y el valor de este Colegio han podido impulsar en su creación y desarrollo hasta llegar al momento actual. Su reconocimiento le vendrá con el tiempo, y, también, con su implantación progresiva en todos los partidos judiciales de España. Su valor, lo tiene desde el momento en que el propio Ministerio de Justicia, la propia Comunidad Europea, la mayoría de los Colegios y el Consejo General de Procuradores, han adaptado sus intenciones normativas para la aplicación del proyecto informático. Junto a este proyecto, otro mucho más amplio, más extensible a todo el tráfico jurídico, el de la Firma Electrónica, donde se pone a prueba la capacidad de este Colegio para afrontar los retos, donde solamente su consideración ha servido para apreciar el valor y el significado que su implantación va a suponer para nuestro ámbito. La Firma Electrónica va a revolucionar la forma de las notificaciones, va a impulsar el Proyecto de la Comunicación telemática con los Juzgados, y va a reforzar la seguridad en las transmisiones electrónicas. En el camino, también, muchos logros particulares, para nuestro Colegio, desde la implantación de la Sala de Notificaciones, un sueño para muchos hecho realidad, hasta la escuela de Práctica Jurídica, impensable al acceder a este Colegio en otra época e imprescindible ahora para todos los nuevos colegiados que quieren dar sus primeros pasos entre Juzgados y Abogados. También la modernización e informatización del turno de oficio, y, sobre todo, del funcionamiento intregal del propio Colegio, su contabilidad y su fiscalidad, temas éstos que estaban anclados en el pasado en todos sus aspectos. Hemos pasado, en estos puntos concretos, en poco tiempo, de la prehistoria al siglo XXII, de contar con la mano a presentar las declaraciones de renta por internet, de asignar un turno de oficio en una libreta a su asignación automática por ordenar previo escaneo y archivo de datos. Muchas más metas conseguidas, que ya parecen formar parte de nuestra habitual andadura por los Juzgados, pero que han costado duras luchas no siempre bien apreciadas, desde la instalación de fotocopiadoras al logro de las festividades de Navidad, del Pilar o de Semana Santa, donde notificaciones y señalamientos hacían un descanso para aliviar un ajetreo impropio para esas fechas. Junto a estas pequeñas cosas, otras más grandes, como la creación y puesta en marcha de la Fundación Generoso Peiré, incuestionable ayuda económica para ejercientes y no ejercientes, que muestra su importancia cada vez que la necesidad o el tiempo nos obliga a recurrir a ella. Y muchos más, casi olvidados, porque se han hecho sólo pensando en las necesidades de todos, y así han pasado a ser de imprescindibles a cotidianos, de ilusorios a habituales, de imposibles a normales. En nuestro campo particular, hemos atravesado un largo camino en poco tiempo, pero con mucho esfuerzo. Dos hechos más es preciso traer a colación, a fin de aunar el pasado y el futuro de este Colegio de Procuradores de Zaragoza. El primero, la conmemoración del VI Centenario de su nacimiento, acontecimiento sin parangón que ha relanzado la candidatura del Colegio a los primeros puestos del ranking nacional, que ha unido el antes y el después de este colectivo profesional con más de seis siglos de andadura , y que ha tenido una repercusión nacional e internacional que ha puesto a este colectivo a la altura de su verdadera importancia. El segundo, el acceso a los servicios de Internet, siendo el de Zaragoza el primer colegio profesional, en el ámbito jurídico, que ha dispuesto de un Servidor exclusivamente dedicado a sus colegiados y abonados, con dominios propios, dando al acceso a estos servicios la calidad que la rapidez y la seguridad en el tráfico por esta red exige desde el primer momento; su implantación supone una apuesta decisiva en el sistema de comunicaciones y acceso a los servicios que el futuro demanda, y por ello el Colegio de Procuradores de Zaragoza apostó siempre por adelantarnos a los acontecimientos y dotar a los colegiados de los medios necesarios que les impida rezagarse en esta carrera de fondo. Pero en este camino también han surgido los inevitables problemas. Inciertas motivaciones han ofuscado las mentes menos dispuestas al sacrificio por la colectividad, han antepuesto intereses particulares a metas colectivas. Frente al ataque externo, el Colegio no ha atravesado por grandes dificultades, su coraza de prestigio por el trabajo bien hecho, su presencia en todas las instituciones públicas del Estado Español por primera vez en la Historia, su reconocimiento a cualquier nivel que ha servido de modelo para el resto de los Colegios de Procuradores de España, ha impedido que cualquier ofensa o descrédito contra este colectivo haya quedado diluido en el olvido de la frustración. Pero no ha ocurrido así cuando el ataque se ha recibido desde dentro del propio colectivo, por cuanto aquellas motivaciones, más oscuras, ahora metidas en tu propio Colegio, en tu propio cuerpo, han intentado corromper el esfuerzo que con toda la Junta hemos llevado a cabo durante estos años, una Junta de Gobierno empeñada en una labor inmensa, inagotable en ideas y proyectos, inasequible al desaliento. No ha querido el Decano entrar en el absurdo juego de la provocación, no ha respondido a los insultos o mentiras que han podido darse, no ha concurrido a la fácilmente influenciable oferta pública de los medios de difusión, pensando, de nuevo, que el interés común del colectivo debe estar por encima del personal, que será siempre mayor el daño que el enfrentamiento trae consigo, que el beneficio que pueda obtener para su persona. Salir al ruedo entre trifulcas y descréditos sólo conllevaría nuevos problemas para el colectivo, máxime cuando la honradez personal y profesional ha sido el único punto de guía que ha mantenido firme la esperanza y el deber de este Decano. Con el ingente trabajo realizado y con el ilusionante trabajo que queda pendiente, no puede ponerse una persona por encima del beneficio común, y debe dejar pasar a otros que con renovado esfuerzo quieran impulsar de nuevo un proyecto que merece la pena; debe retirarse, sin hacer ruido, sin recurrir a los medios que otros hayan usado o bajar al mismo nivel que otros hayan bajado, sin esperar reconocimiento personal alguno, para que los que vengan detrás piensen que el esfuerzo no ha sido baldío, que el estar donde el Colegio está ahora ha merecido la pena, que el camino iniciado tiene un final feliz, pero que exige la colaboración de todos y la lucha constante, casi sin cuartel, para conseguir las metas que este Colegio de Procuradores tiene trazadas. No pueden unos pocos, amparándose en intereses oscuros, impedir la marcha de este Colegio, porque ha costado mucho esfuerzo servir de referencia al resto de Colegios de España, estar presente en todas las Instituciones Públicas, gozar de prestigio en todos los Foros del Derecho, disponer del mejor acceso a los servicios de Internet, ofertar la mejor calidad de enseñanza en el acceso a la procura, cumplir, en definitiva, con los objetivos que este Decano se propuso hace más de seis años, y, sobre todo, llevar a puerto el Proyecto para la Comunicación Telemática de Notificaciones y Escritos entre los Procuradores de los Tribunales y los Juzgados de Zaragoza, un Proyecto donde por primera vez en la Historia de este Colegio ha reunido en la misma mesa al Consejo General del Poder Judicial y al Ministerio de Justicia, junto con el Consejo General de los Procuradores de los Tribunales de España y este Colegio de Procuradores de Zaragoza para aceptar, estudiar y poner en marcha el futuro de la Administración de Justicia.
Solo queda dar gracias a todo el mundo. A todas las personas y colectivos
que han abierto sus brazos y puertas al Colegio de Procuradores de Zaragoza,
ahora incontables, por cuanto todo el mundo ha recibido excepcionalmente
bien al Decano y a su Junta de Gobierno, y enumerar alguno solamente supondría
menospreciar a otros. La buena relación que une nuestro Colegio
con el Colegio de Abogados de Zaragoza debe servir de acicate para el futuro,
y al celebrar la colaboración abierta que siempre hemos recibido
debo apelar a exigir de ese Colegio que vuestra disposición sea
todavía más eficaz con la nueva Junta, con el único
fin del bien colectivo, porque considero que solamente de la ayuda mutua
podrá resultar un beneficio común. Confiar en que, con las
puertas abiertas como están, sigan todos colaborando en mayor medida
para el mejor beneficio de todos, profesionales y profanos. Desear que
el trabajo realizado no haya caído en saco roto, y sirva de comienzo
y reflejo para cuantos puedan aprovecharse de él en el futuro.
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