Durante el pasado puente de Todos los Santos tuvo lugar el tercer encuentro de corales de colegios de abogados en Bilbao. Adelanto que el resultado ha sido excelente y dada la influencia que la actuación de nuestra Aula Vocal ha tenido en tal título, parece oportuno dar cuenta al colectivo por medio de esta breve reseña, en el convencimiento de que cualquier inversión presupuestaria del Colegio en tiempos mas holgados, ha obtenido adecuada contrapartida en el haber y justifica generosas y muy apreciables plusvalías inmateriales, no por ello menos valiosas para la Institución que las crematísticas que permiten cuadrar saldos. En esta ocasión las corales asistentes han sido seis, Granada, Vigo, Valencia, Barcelona la informante y la anfitriona, la del Colegio de Abogados del Señorío de Vizcaya, o sea dos coros mas que en la ocasión anterior. Ello enaltece el acto, pero no cabe duda que ocasiona mas quebraderos de cabeza al Colegio organizador y obliga a los participantes a mayor esfuerzo personal, dado que hay que aprender mas obras para el canto conjunto, agravado en esta ocasión por el hecho de que las dos neófitas, confirmaron su asistencia con pocas fechas de antelación. Nuestro coro trata de progresar cualitativa y cuantitativamente, mejorando la interpretación, la expresión musical y ampliando el repertorio lenta pero firmemente, por lo que hubo que hacer un sacrificio añadido para estar a la altura de las circunstancias, del que ponemos por testigo a las Hermanas del Carmelo. Las celdas y aulas de su casa de ejercicios de Hijar nos acogieron todo un tormentoso fin de semana del que deploramos responsabilidades, dada la complejidad de las obras que hubo que acometer y sus raras lenguas. Todo esfuerzo tiene su recompensa y la primicia estuvo en labios de una de las hermanas (Teresa?), que le pareció Catedral la ermita donde les cantamos misa. Del resto del premio, toda la culpa la tiene sin duda nuestra querida Isabel Solano (la Seño), ejemplo vivo de excepción confirmatoria de reglas: sí hay batutas femeninas geniales. Y justo es reconocerlo, en la parte que les tocó de organización del encuentro, los compañeros vascos, como se ve. Salida en autobús el 1, en vez de siesta. En el de costumbre y con el timonel de siempre. Como sabéis, hay varias clases de viaje en autobús. Están por ejemplo el TUZSA 35 en hora punta, la ruta 21 de GM a las 4,30 h., el Tarifa-Algeciras Playa y el de la excursión al Monasterio de Piedra con aquellos 14 años. Bueno pues los viajes en el coralbús son como éste pero con extras, proporcionados por la apañada destreza culinaria de coralistas, denominación Encinacorba y el ánimo tan receptivo con que se acogen tales iniciativas. Patentado como viaje antiestrés. Bilbao nos dio el primer detalle de bienvenida al encontrar cada uno en la habitación del hotel Nervión (junto a la ría, recomendable) un detalle proporcionado por nuestros compañeros. Carta de bienvenida, un CD de villancicos del coro del Colegio de Abogados del Señorío de Vizcaya, un bonito llavero del mismo colegio (de diseño), programa, plano y guía de Bilbao, prestándose varios compañeros a hacer de cicerone durante nuestra estancia, con lo que dada la hora, conseguimos llegar por el camino mas corto y sin contratiempos a lo que en aquel momento mas nos interesaba de la monumentalidad de la capital, sus famosas siete calles. Se tapea bien en Bilbao, oye. Ello no impidió que algo antes de las once siguientes, nos encontráramos en informal procesión recorriendo un sorprendente Bilbao de Noviembre en mangas de camisa, con dirección al ensayo general del Colegio de Abogados. ¿Quién recordaba el sirimiri, la humedad calando al hueso, el gris acero, los churretones negruzcos de las fachadas, ese olor de la ría, el aire-hollín, el chipichape presuroso, las cabezas gachas?. No estaba, aquel Bilbao, si existió alguna vez, ya se había ido cuando llegamos. Llevaba un mes sin llover y nos recibió luminoso y claro, limpio y remodelado. Acogedor, expansivo y alegre. No queda ni una acería, astillero o empresa contaminante en Bilbao junto a la ría. Se ven los bancos de peces desde la orilla moviéndose tranquilos (nadie los pesca). Enhorabuena a los bilbainicos. El Colegio de Abogados conjuga instalaciones nobles (prodigiosa la escalera de madera) y modernistas en su sede. El ensayo general, en un moderno salón de actos tipo anfiteatro romano, sirvió para sorprendernos con una nueva canción conjunta y algún que otro cambio de última hora en el programa, que no nos produjo ninguna inquietud, curtidos ya en mil batallas. De allí nos llevaron a conocer el Ayuntamiento en cuanto a sede, ya que por así decir, las «oficinas» se encuentran en otros asentamientos. Nos esperaba en el vestíbulo del primer piso su Alcalde D. Iñaki Azkuna, (recién llegado de Alemania, a pesar de lo cual aguantó a pie firme hasta las salutaciones) flanqueado por dos de sus concejales y asistidos por tres músicos en traje de alguacil de época que amenizaron la llegada. Una representación del Coro de Bilbao ofreció en tal lugar un entrañable mini concierto, desigualmente contestado por el edil mayor, que nos ofreció luego un vino español en el Salón Árabe. Destacables la escalera principal en mármol blanco, el vestíbulo de la planta noble, (con una muy meritoria cristalera de techo), el salón del vino (sorpresa del año) y el de sesiones, cuyo sistema de desalojo de público asistente, nos explicó amablemente el Concejal de Bienestar Social Sr. Melero. Cuando dieron la hora, pusimos rumbo hacia una típica sidrería (Tartalo), donde degustamos el menú tradicional, regado por una cuba de sidra a espita libre, controlada por la viva mirada de Zarra y sus muchachos desde el mural frontal. Ellos, Jon y Juanjo Iturrete dan fe de que no reblamos al ver la costillica. De allí al hotel, justo para cambiarse y al Gugge, con cuyo auditorio teníamos cita. El museo allí impresiona. Ninguna imagen le hará justicia. A su lado, ya no importa si se trata de la caseta del perro, delfines o tres barcos en un puñau. Allí, al pié, te impone su grandiosidad. Es innegable que el edificio tiene algo especial, abrumador. Bien pues el auditorio no, el aforo puede ser para unas 300 personas así que sencillamente lo desbordamos. Cuando los compañeros lo reservaron contaban con cuatro corales, no con seis y cuando el personal cayó en la cuenta de que subíamos once toneladas al escenario ya era un poco tarde para apuntalarlo, así que les entró la tiritona pero resistió. Aguantó primero los pases individuales, les hicimos un De la Encina, un Villalobos y un canto a la libertad en negro espiritual (que por desgracia no caló en todos los oídos) que se llevaron los mayores elogios y luego en comandita, atronamos el lugar con el Zorongo, la Nerea, L’hereu, La Dolores, Meus Amores y pudimos dar el Agur sin hundimiento, a pesar de que los aplausos parecieran como si todo se viniera abajo. Sin falsa modestia, podemos decir que El Aula estuvo sobresaliente, avisada como estaba de la especial servidumbre y requerimientos de un auditorio teatral (vid. Amarga Toledo, en otra crónica). Había un montón de cables y micros por todo, por lo que es posible que en algún momento podamos dar una referencia gráfico-sonora del evento. De ser así os avisaríamos. Los compañeros nos prepararon un pequeño ágape frío nocturno en el Palacio Euskalduna de Congresos y de la Música, sin que se sepa que nadie pidiera el libro de reclamaciones. Algunos no se encontraron con fuerzas o hueco suficiente de resultas de la comida, por lo que hubo algunas deserciones (que no se repita o nos tratarán de falsos). Al día siguiente vimos gente bañándose en las playas.. Quien comparece y otra mitad del coro, en la preciosa villa de Mundaka, (donde también te dan de comer como si fueras amigo) y los que asistieron a la visita programada del Museo, corroboraron igualmente la presencia de bikinis en las de los alrededores, tras disfrutar de la obra del arquitecto Frank Gehry, Fabrizio Plessi, Paisaje Urbano, la colección permanente y una itinerante privada de impresionistas (Thannhauser). Se exhibía también la obra de la pintora-escultora Louise Bourgeois, una de cuyas arañas gigantes (Mamá), estaba expuesta en el exterior, junto a los cañones láser que hacían maravillas de luz y color en el humo seco y los paneles de la fachada. En paz pues con la terrenal devoción, a la anochecida del sábado fuimos en busca de la espiritual, siendo el intento en la catedral de Santiago, que nos recibió con la cara lavada y recién peiná. La catedral de Bilbao no es de carbón como la gente creía sino de piedra, casi blanca, normal, como la de las demás catedrales. Tampoco es oscura, mohosa y lúgubre como un mausoleo medieval para recordarnos la deuda del tránsito, sino luminosa y alegre, casi como capillita caribeña. Tras los cantos de la misa, hicimos otro en mancomún las seis corales, de obras polifónicas religiosas desde el altar mayor, amablemente cedido por Monseñor, que aguantó hasta el final. El informante, en mitad del maelstron, no está capacitado para emitir un juicio técnico del resultado que se ofreció al público asistente, pero algún acompañante nos aseguró que el Aleluya de Haendel, cantado por doscientas gargantas a ocho o diez metros y en aquel recogido abovedado, resultó apabullante. De lo que sí fuimos todos testigos es que al oírse la primera nota del Agur Jaunak, todo el público asistente se puso en pie como impulsado por un resorte, guardó un silencio sepulcral hasta la última y que al extinguirse, se estuvo rompiendo las manos como si no fueran suyas durante un buen rato. Desde este lado, agradecer a público tan amable y condescendiente tal comprensión y generosidad, que nos anima a seguir y mejorar, en busca de la lluvia de flores. Y de allí al fin de fiesta. Cena ofrecida por el Coro del Colegio de Abogados del Señorío de Vizcaya (que quedaron como tales), en el Club Deportivo de Bilbao de la Alameda de Recalde (polideportivo, esgrima, frontones, boxeo, halterofilia, tenis, piscina, sauna, golf... traineras?), es decir de gañote. Nos acomodaron por coros, entrando el último el anfitrión. A la vista de las instalaciones, la preparación y presentación de las mesas, no es de extrañar que al hacer su aparición por la escalera hubiera una rompida como la de la plaza del Ayuntamiento de Hijar en otra fecha. Nadie se quedó con gana. Cánticos postcena, actuaciones e improvisaciones, de las que hay que reseñar una masiva interpretación del Menú en la que destacaron los tenores primero de la tierra, acompañados por todo espontáneo que quiso hacer la fila, servilleta en antebrazo (algún cachirulo ya se vio). Movimiento de mesas y música hasta tarde, en un monumental bailongo con barra, (demasiada luz para guateque), que dejó el desayuno para revuelto de aspirinas a media mañana. La vuelta por la misma vía que a la ida, con parada en La Guardia (sorprendente un pórtico policromado como el de su iglesia), paseo por el parque de la muralla, recorrido por piedra noble y alguna compra de productos del país que nunca defraudan, con fonda posterior en La Bastida, a mesa corrida y menú tradicional, donde para variar, nos dejamos oír. El listón de los encuentros de los coros de Abogados se ha puesto a doce palmos. Gracias, muchas gracias a las dos Maites, a Juanjo, a Javier, a Jon, a Enrique, a Iñaki, a Nacho y a todos los demás por todo, tanto por lo que hemos visto, como por todo lo que no se ve pero requiere mucho tiempo, trabajo y dedicación. Gracias también al Colegio de Abogados del Señorío de Vizcaya por el apoyo de todo tipo que ha prestado tanto a su Coro como a los demás y gracias en definitiva a todos los bilbainos que nos han hecho muy grato el encuentro. Que nos veamos todos en el próximo y que seamos más.
El Aula Vocal San Ivo tiene buena salud. Obliga a un esfuerzo directo,
personal y económico a sus componentes, pero a pesar de ello, todos
creemos que da mas que recibe. Hay ilusión, espíritu de superación
y se mantiene el empeño, a la espera de que en cualquier momento
llame Harnoncourt para El Mesías o las Cantatas. Todo compañero
sabe que puede contar con ella para completar y convertir en inolvidables
sus propios desposorios, los del familiar más querido o cualquier
otra celebración que desee ensalzar. O recomendar a cualquier amigo
o conocido su presencia en los mismos, con la absoluta seguridad de que
será recomendación tan preciada como la de cualquier Ministro
u Obispo. Qué será cuando pueda contarse nuevamente con medios.
Entre todos y para todos pues, que suene la música.
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