No tuve el privilegio de trabajar codo a codo contigo, conocerte y admirarte tan profundamente como Carlos Carnicer, Javier Hernández y tantos otros abogados singularmente afortunados. Lorenzo, bajo tu nombre de príncipe se escondía no solo un gran Decano, sino un líder discreto, profesional y eficaz. Nos dejaste hace unos días, como viviste, con dignidad, en silencio. Supiste ver la necesidad de adelantar socialmente a la abogacía zaragozana, anticipaste conceptos integrando físicamente tales necesidades. Nuestra sede colegial, es el espacio digno y proporcional que elegiste para tu sueño. No fue fácil, muchos compañeros no te entendieron, ni asumieron tus propuestas, el proceso resultó duro y tenso. Tu voluntad garantizó el éxito, hoy, todos asumimos orgullosos tu obra. Dos decanos imprescindibles agrandaron tu mandato, Carlos Carnicer extendió el concepto de servicios y el espacio hasta agotar sus límites físicos; Javier Hernández los consolidó, amplió y administró con máxima eficacia. Nosotros, sólo aspiramos a mantener tu legado, en los límites y con el rigor recibido de tus decanos amigos. Estás en nuestra memoria, permanentemente con nosotros, admirado Lorenzo. Descansa en paz.
Recibe un fuerte y respetuoso abrazo de todos tus Colegiados y de
tu Junta de Gobierno.
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